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martes, 17 de septiembre de 2013

Te eskondes en mis sueños

La fotografía es de Nonia Cucalvo
"Te eskondes en mis sueños", decía el texto que acompañaba el dibujo. Así, con k, eskondida de manera agresiva, incorrecta, como recién salida de un sms. Digo eskondida porque a primera vista parece ser el retrato de la persona amada, deseada o simplemente soñada, quién sabe; sin embargo, bien podría ser ella, la chica del dibujo, la que le dijera al lector que se eskonde en sus sueños, de modo que entonces el adjetivo cambiaría de género según lo hiciera aquél. Primer misterio: ¿el texto lo dice la chica o se le dice a la chica?

El dibujo colgaba de un árbol de un barrio de la ciudad, época tardía para que los árboles den frutos pero apropiadísima para que florezcan este tipo de obras de arte. El final del verano suele coincidir con el final de muchos sueños, interminables noches en celo acompañadas de miles de estrellas, llenas de falsas e irreales promesas de eternidad absoluta. Lo nuestro seguirá creciendo cuando nos quitemos el bañador y nos pongamos el traje de gladiadores para sobrevivir en la selva urbana, todo muy Escarlata O'Hara, hasta compramos un candado y lo fijamos en el puente del pueblo, toma horterada. Pero pocas veces crece lo nuestro (o lo vuestro, o lo de ellos) porque septiembre regresa siempre con sus escenarios habituales y los actores circunstanciales (Ruth, Patxi, Natalia, Héctor), nunca encajan en ellos. Uno de los dos sigue con su vida, como si nada hubiera pasado, mientras el otro se queda con cara de qué ha pasado aquí, con su maleta de piel y su bikini de rayas para siempre eskondidos en los sueños. Segundo misterio: ¿amor de verano, de primavera o de entretiempo?

Algunas chicas, al pasar por delante del dibujo, se quedaban mirándolo contemplativas. ¿Y si fuera yo? ¿Y si el dibujo fuera para mí? Algunos chicos, muchos menos, las cosas como son, también lo pensaban. ¿Y si el mensaje fuera para mí? ¡Ah, la vanidad humana! Si desde un coche gritan "guap@" al pasar por nuestro lado pensaremos que el grito va dirigido a nosotros. Si desde ese mismo coche gritan "hij@puta", ni formando parte del gabinete del gobierno de Mariano Rajoy nos daremos por aludidos. Tercer misterio: ¿a quién va dirigido?

Está claro que tiene que ser alguien que te conozca, que sepa dónde vives y por dónde pasas cada día. Se puede mantener el anonimato de la autoría, pero el mensaje tiene que llegar al destinatario porque si no, ¿qué sentido tendría haberlo colocado, precisamente, en ese árbol? Cada persona conmovida por el dibujo adapta su rutina diaria a la intención del autor. Lo ha puesto aquí porque sabe que aparco siempre en esta zona. Me pilla de camino al Metro, así que sabe que en este árbol iba a verlo sí o sí. Está justo al lado de la parada del autobús que cojo para ir al curro. Rutinas y sorpresa en la misma parte del guión, buen giro argumental. En medio de la fantasía, el pensamiento vuela hacia la persona más cercana. ¿Y si mi Paco...? Pero al instante siguiente desechamos la idea por absurda, por favor, mi Paco, que se aprendió el día de nuestro aniversario porque es el número que lleva Cristiano Ronaldo en la camiseta... Nah, mi Paco ni de coña. Y sin embargo, aunque tenemos la certeza de que es improbable, sabemos que puede ser posible. ¿Por qué no? Más complicado es pensar que sea ese chico que todos los días viaja en el mismo vagón de Metro que tú, desde la misma estación de origen y hasta la misma de destino, intercambiando miradas furtivas y principios de sonrisas, hasta que tú te diriges al tren de cercanías y él sale al exterior. Alguna vez que habéis hecho el trayecto sentado juntos has visto que siempre va leyendo, un libro de verdad, con sus páginas manoseadas por las que desliza sus dedos con delicadeza cada vez que tiene que pasar una, igual que haces tú con los libros, también de verdad, que lees en el transporte público. ¿Y si fuera este chico? ¿Y si este chico que pasa las páginas con delicadeza pensara lo mismo de la chica que, a veces, se sienta a su lado en el Metro y con la que, casi todos los días, comparte trayecto? ¿Y si fuera ella la que me dice que me eskondo en sus sueños? Por favor, estás cosas sólo pasan en las películas. Ya pero, ¿y si fuera él? ¿Y si fuera ella? Cuarto misterio: ¿quién es el autor?

Un momento. Estamos dando por supuesto que se trata de un mensaje de amor pero, ¿y si fuera una amenaza? ¿Y si la chica del cartel hubiera sido una de las afectadas por el timo de las preferentes y el mensaje estuviera dirigido al director de la sucursal bancaria que está justo enfrente del árbol donde florece el dibujo? ¿Y si ese "te eskondes en mis sueños" escondiera a su vez un "desde que me estafaste, ya no duermo y sueño con matarte"? O tal vez, la chica del dibujo era la que suscribía las hipotecas en el banco, la que con alevosía y armada con letra pequeña y un euribor afilado, puso la soga alrededor del cuello de tantas personas a lo largo de tantos años que, si alguna vez se llegara a concretar una amenaza como la del dibujo y la gente supiera los motivos, pocas lágrimas se derramarían por ella. Y también hay que pensar en la amenaza pasional, o conmigo o con nadie; no sería la primera vez (ni la última, por desgracia), que un asesinato machista comienza con un intento desesperado de recuperación, "te eskondes en mis sueños", te lo escribo en un cartel y te lo dejo en un árbol porque tengo una orden de alejamiento, pero un día se me cruzará el único cable que tengo y saldremos en los papeles como el enésimo caso de violencia machista en lo que va de año. Quinto misterio: ¿cuál es el sentido del mensaje?

Es curioso cómo algo que, aparentemente es hermoso, "te eskondes en mis sueños", puede provocar tantos pensamientos y tan diferentes unos de otros. Como los de todas las personas que lo han leído y lo han hecho suyo, como los de todas las que lo leerán de nuevo al terminar este relato. "Te eskondes en mis sueños". ¿Dónde estará la respuesta a todos estos misterios? Eskondida en algún sueño, seguro.

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