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domingo, 9 de marzo de 2014

Camino Beturia

Verde olivo, verde encina, verde liquen, verde hierba, verde roble, verde jara, verde Aracena. Verde vida.
Tantos verdes como los que hay en las cajas de lápices de colores, las de dos pisos, las que usan los artistas para dibujar los recuerdos de la infancia. Verde sueño, verde nebuloso, verde grisáceo, verde húmedo, verde condensado, resbalando por un cristal. Camino Beturia, soñó el poeta.
Los ojos se abren y parpadean en verde. Verde que entra por la vista, por el oído y por el olfato. Verde viento, verde ramas, verde que te quiero verde, que decía el inmortal genio granadino. Verde que baja por las venas y llega al corazón. Verde sístole, verde diástole.
Verdes almas sevillanas que acogen y cuidan como nadie, verde Andrés y verde Carmen, que hacen olvidar al viajero que está de paso y de paso, le sugieren un hogar adosado a la montaña, con vistas al cariño por la cara norte y al amor por la sur. Verde hinojo, verde orégano y verde aceite, sobre la hortaliza del huerto, un golpe de horno y voilà, inolvidable calabaza beturia servida en la mesa.
El viajero, como no podía ser de otra manera, acepta y agradece el regalo que le hacen y se muda por unos días, pues como en casa no se está en ningún lado. Ningún lado mejor que el camino que lleva a Beturia. Casa, por fin.
Tierra de celtas y leoneses, moros y romanos, extremeños y andaluces, caminantes, personas que hicieron camino al andar, España vieja y cansada, ¿verdad don Antonio? Camino a Beturia, camino a la vida.
Sendas compartidas con amigos, bocadillos y refrescos en las rocas, cabras y perros de banda sonora, efectos especiales de pájaros, toc-toc-toc, toc-toc-toc. Sonidos, que no ruidos. ¿La diferencia? El pico de un pájaro contra el tronco de un árbol frente al brum-brum de las tripas de un coche defecando sobre la ciudad.
Una amiga fiel y cansada se tiende en el camino, su largo cabello abrigando la tierra, la lengua colgante y el aliento falto; no es buena época para las hippies y, pese a todo, cuando llama su amado, ella siempre responde, infalible como solo lo son las personas de cuatro patas.
Y más tarde cerveza, vino, carne, chimenea y amigos. Risas, disfraces, alegría; la vida, que también tiene su lado bueno. ¿Se puede aspirar a más?
Claro que sí.
A volver. Y a seguir viviendo.

2 comentarios:

  1. Gracias por esas palabras que llenan los ojos y el alma. Está claro que eres un poeta. Nos encantó compartir Camino Beturia con vosotros, seres hermosos.

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  2. ¡¡¡Es que con ese escenario y esa compañía las palabras salen solas!!! ¡Qué ganas de volver a visitaros!

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